Ana María Lajusticia en las Grandes Biografías de Zafarrancho Vilima

Zafarrancho Vilima

Hoy conoceremos la vida de nuestra Marie Curie, Nuestra Margareth Thatcher, la bioquímica Ana María Lajusticia Bergasa, La Dama de Magnesio. La pequeña Ana María nació en Bilbao el 23 de julio de 1924. De familia humilde, se dedicaba a comé codillo, a plantar pepinos y a cocer el puchero en una perola a fuego lento, hasta que llegó un hombre bajito con bigote que le quitó a media España lo de comé y lo de que tu padre te viera hacer la comunión. Sin el cabeza de familia su madre Delfina y ella quedaron al cuidado de su tío materno, que con tantas mujeres y niños que mantener parecía el Emérito. En 1937, justo cuando falleció su padre, empezaron a darle taquicardias nocturnas por la presión de ser buena estudiante y contribuir a la economía familiar, no se le fuera a ocurrir lo de trabajar por dinero. A los 15 años se mudó aquí a Madrid y llegó hasta COU. Luego, su abuela Felicidad (no dejen influenciarse por el nombre que es la misma que le puso a su hija Delfina) le recomendó que estudiara Química, porque así podía trabajar, seguro en el Burger King, y a unas malas como profesora o en la industria. Ana María le hizo caso a su abuela y se metió en la Facultad de Química, licenciándose con méritos en 1947. Con 24 años fue nombrada jefa de un laboratorio en Vizcaya y en 1948 se mudó a Gerona porque la contrataron en una mina para supervisar la extracción de “cosas” y dónde conoció a su futuro marido. Yo soy Química y con 43 años me llevo todo el día cantando “Las ruedas del autobús”. En 1955, con 31 años tuvo un accidente y le pusieron unos varillas de bambú como a las plantas pa que crezcan derechitas. El uso del corsé durante más de 20 años y la artrosis que tenía le dejaron los músculos de la espalda como la papada de Camilo José Cela. Para colmo, en 1967, cuando tenía 43 años le diagnosticaron Diabetes tipo II y se le empezó a quedá cogío por las noches el tendón del dedo gordo y fue entonces cuando se acordó que era química y se puso a investigar, llegando a la conclusión de que su alimentación era deficiente. Era 1976 y nacía en su cabeza el Naturhouse de antes. Ana María se jartó de chicharitos, arvellanitas y tapitas de caracoles pa lo de la falta de magnesio y a los 52 años salió corriendo como Forest Gump, se le cayó el corsé y ya no tuvo que usarlo nunca más. En 1980 creó su propia marca, con su nombre y su foto. En esta época ya tenía la mirada como si los polvitos que usaba no fueran precisamente de magnesio, la rebequita por encima de los hombros y el pelo como si fuera todos los días a un bautizo. Su método no quedó demostrado científicamente, pero la mujé facturaba al año más de 10 millones de euros, que no está mal pa lo poco que han gastado en marketing. Se casó, tuvo hijos que se pelearon por herencias, le secuestraron a la sobrina, Mari Angels Feliu, la farmacéutica de Olot y sobrevivió a 7 Papas. Desgraciadamente, el pasado 7 de noviembre nos dejó a los 100 años, aunque ustedes siempre podrán recordarlo cuando vean crecer una planta derechita o coman chicharitos.