Claves para un matrimonio feliz

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El Señor Jesús quiere también transformar nuestro matrimonio Si hay una etapa importante en nuestra vida después de la conversión, es el matrimonio. De hecho, este es el momento más importante de nuestra vida en el que nos uniremos con otra persona. Esta noche me gustaría animarles a los hombres que se han casado con una mujer y que hoy no se sienten muy cómodos en su vida matrimonial y en su vida cotidiana. Recordamos nuestra vida temprana cuando estábamos comprometidos, estábamos muy emocionados por la vida que nos esperaba porque estábamos seguros de haber encontrado una perla rara de gran valor. El problema no venía de ella, sino de nosotros, porque teníamos una alta estima de nosotros mismos; de hecho, habíamos vivido nuestra vida de solteros como hombres perfectos, agradables, llenos de vida y de esperanza. Como alguien que tenía todas las cualidades para edificar un futuro matrimonio. Pero desde el primer día de nuestra unión con nuestra esposa, notamos que algo andaba mal y nos tomó un tiempo darnos cuenta de que éramos nosotros mismos; sin embargo, era conveniente y fácil de acusarnos mutuamente sin reconocer nuestras responsabilidades de manera individual y personal. Pero la realidad se reveló en los primeros meses, no habíamos terminado nuestra adolescencia y estábamos más interesados ​​en salir a charlar con nuestros amigos, que en afrontar la situación en casa. Sin embargo, en ese momento, ya conocíamos al Señor y lo que había logrado por nosotros en la cruz para perdonar nuestros pecados y darnos una nueva vida. Esto es cierto, pero era poco lo que conocíamos de Él hasta ese momento. Ya los primeros conflictos llegaron rápidamente, sobre todo cuando mi esposa quería visitar a sus padres, sus propios amigos, el estilo de los muebles que debíamos comprar, etc. Los temas eran variados y numerosos. Cada pequeño detalle se convirtió rápidamente en una disputa entre nosotros. De hecho, vimos que los dos todavía éramos adolescentes y no habíamos terminado de crecer para ser un hombre y una mujer. Si bien pensábamos que éramos adultos e incluso por qué no también "maestros", porque en ese momento nuestro orgullo no tenía límites. Eramos tan orgullosos de nosotros mismos y estábamos totalmente ciegos. Diferentes puntos tratados: 1° Ver la verdad sobre nosotros 2° El anuncio del Evangelio 3° El caminar por la fe 4° Mis preguntas: 1° ¿Quién puede quitarme este orgullo y esta pretensión? 2° ¿Cómo tener la victoria sobre mi carne? ¡La respuesta de Dios a través de su Palabra! Se avecinan cambios... El texto completo aparecerá en nuestro sitio: www.jlgaillard.fr Reanudación del culto en nuestras iglesias de Chaville (92)- Nanterre (92) y Rouen (76), al registrarse, escriba a: [e-mail] ¡Hasta pronto! Jean-Louis Gaillard